“Los seres humanos no han nacido para morir, sino para dar inicio a algo nuevo”
Hanna Arendt.

Es una tradición en la Universidad el reconocer a sus académicos e investigadores por sus méritos, avances y aportaciones en ceremonias de premios o medallas. Pero también es una tradición no escrita el saber, en el día a día, quién es experto en qué, cuál es su forma de trabajar y cómo construye a la universidad misma con sus labores cotidianas. 

El Dr. Quintanilla Martínez era, sin lugar a duda, un universitario excepcional, comprometido con su institución a la que dedicó 53 años de su vida como académico impartiendo clases en sus aulas, y como investigador en temas de frontera que hoy nos parecen cotidianos. Fue participante destacado en la organización del Programa Universitario de Energía (PUE) a inicios de la década de los 80’s, un programa de investigación cuyas ramas se han extendido a Centros, Institutos y proyectos de la más diversa índole en la UNAM. Su trabajo pionero sentó las bases de la innovación en nuevas fuentes de energía, su uso eficiente, la protección del medio ambiente y la convergencia de nuevas tecnologías como el cómputo y las telecomunicaciones para la instrumentación de esos avances.

Durante más de cinco décadas, el Dr. Quintanilla Martínez formó no sólo a generaciones de estudiantes de la Facultad de Ciencias de la UNAM, sino también becarios, servicios sociales y estudiantes de posgrado que posteriormente se convertirían en investigadores y docentes, tomadores de decisiones y creadores de política en el campo de la energía, la física, el medio ambiente y la innovación tecnológica.

Colaborador en la Dirección General de Servicios de Cómputo Académico (DGSCA), lo recordamos como un ser humano amable y cordial, un universitario en todo el sentido de la palabra. Para quienes tuvimos la fortuna de trabajar con él, escucharlo, aprender de sus ideas e inquietudes, fue una de las mejores experiencias en esta institución.

La comunidad de la DGTIC en lo particular, y la de la UNAM en lo general, las generaciones de estudiantes y profesionales que formó, nos unimos a la pena que embarga a la familia y amigos del Dr. Quintanilla Martínez. Pero también queremos agradecerles que hayan compartido a un mexicano de corazón, a un universitario de su nivel con nosotros. Y a él, no nos resta más que agradecerle su vida, su entrega, sus enseñanzas, sus conversaciones, sus ideas y sus aportaciones a la ciencia de este país y de esta institución que tanto amó. En honor a su memoria, queremos que sepa que siempre tendremos su ejemplo y su persona presentes. 

Gracias Doctor.

Fabián Romo Zamudio

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